martes, 23 de junio de 2009

Los automóviles y la educación vial en el sureste de México

Este no es un estudio ni un ensayo acerca del tema de la educación vial de los automovilistas, sino simplemente una opinión en mi bitácora acerca de mi experiencia como automovilista y mis observaciones acerca de cómo somos manejando.
Empezaré por nuestra falta de respeto a las señalizaciones de tránsito. A uno de los pocos avisos que le hacemos caso es al semáforo, principalmente en calles con mucha afluencia vehicular. a todas las demás raro es el automovilista que les hace caso y muchos, supongo, ni se han dado cuenta que están ahi.
Recuerdo una película, yo creo que de los 60 (blanco y negro) de la empresa Disney para concientizar a los conductores de su país a manejar menos agresivamente, ahi se presentaba a Goofy o Tribilín con su comportamiento amable de siempre, pero que se trasformaba por completo al subir a su auto, entonces, como el personaje del Dr Jekill y Mr Hide, se volvía un monstruo. Salía rechinando llantas y agrediendo a los peatones y a los otros automovilistas, sintiendo que todos debían cederle el paso.
Aquí nos sucede algo similar o más grave. El automovilista en general, lleva prisa y rara vez piensa en limitar la velocidad a lo que indican como máximo las señales en el camino. 40 km por hora en las calles de la ciudad o 110 kph en la carretera. " Es una velocidad ridícula" decía una locutora de una estación de FM en la ciudad de Boca del Río, que se quejaba de que unas patrullas de tránsito le obstaculizaban el paso yendo a esa velocidad, siendo que a ella le gustaba "pisarle fuerte al acelerador" y claro, sin saber que las patrullas no andaban abusando de su poder (cosa rara también) sino implementando una campaña de educación en el manejo.

Otra característica del automovilista veracruzano, es el no dejar que nadie se le adelante. Eso es una ofensa que no está dispuesto a tolerar. Si alguien lo empieza a rebasar, acelera para evitar que suceda. Si en una confluencia de calles un automovilista quiere atravesar, dejamos que lo haga, después de que pasemos primero. Pero si vamos por un carril que se encuentra obstruido más adelante y en el carril de junto va otro auto, no pensamos en bajar la velocidad para incorporarnos al carril detrás de él, sino aceleramos para entrar por delante.
Un pariente mio tenía entre sus principios de automovilista experto, el nunca formarse en una fila de autos que esperan su turno para pasar por algún lugar, sea una caseta de peaje o alguna reducción de carriles debido a composturas, accidentes, etc. "Yo no puedo esperar, yo me pongo a rebasar la mayor cantidad de autos posible para incorporarme a la fila lo más cerca posible" contaba con cierto orgullo.
Cuando en las pláticas familiares o entre compañeros se toca el tema de la velocidad de manejo en la carretera, es habitual que siempre haya uno de los presentes que diga que él hizo menos tiempo en su viaje. "Si, cerca de los 200 km por hora" contaba, con un dejo de orgullo mezclado con una falsa preocupación, un compañero que decir que alcanzaba esa velocidad en las partes rectas del camino. "Hago 3 horas hasta allá".
¿Se tratará de una necesidad humana de ir cada vez más rápido?¿ Será una manera de compensar la falta de logros personales? ¿Al manejar un vehículo nos conectamos directamente al sistema límbico para dirigir nuestras acciones?